26 marzo 2007

Reeditan la obra de Horst Matthai

por Enrique Mendoza Hernández (23 de octubre 2006).

El legado del filósofo de origen alemán radicado en Tijuana volverá a publicarse, gracias al sello editorial Verdehalago.

Ante la locura hitleriana, salió huyendo de Alemania. México y la UNAM le abrieron las puertas al estudiante teutón, y en 1982 descubrió un territorio virgen para el pensamiento filosófico: Tijuana. Fue así como el pensador germano se convirtió en el filósofo pionero en el desierto fértil. Porque además de discurrir como catedrático en la Escuela de Humanidades de la UABC de 1986 a 1999, Horst Mattai dejó plasmado su anarquismo metafísico en sus obras de corte presocrático.

Tradicionalmente se ha predicado en las preparatorias y universidades que la cumbre del pensamiento griego fueron Sócrates, Platón y Aristóteles. En el papel de anarquista en extinción, el nativo de Hannover no dudó en desafiar a la historia y volvió su obra hacia los “filósofos menores”: Tales de Mileto, Parménides, Heráclito y demás observadores del caos y la physis. De ahí que sus obras publicadas por la UABC tomaran forma: “La Teoría Parmenídea del Pensar” (1990), “La Escuela de Mileto” (1994), “Ensayo de una Fenomenología Metafísica” (1995) y “Heráclito, el Obscuro” (1997).

Ahora que Verdehalago espera luz verde para la reedición nacional de la obra del pensador europeo, es un buen pretexto para voltear hacia la producción de Matthai.
Pero ¿en qué consisten las tesis presocráticas de Horst Matthai plasmadas en su obra? ¿Cuál es el interés de dedicarse a la “filosofía griega arcaica”? ¿En qué consistió su proyecto “Pensar y Ser”, del cual eran parte sus publicaciones? ¿Cuál es la aportación de Matthai no sólo a la UABC, sino a la filosofía en sí? Para tratar de descifrar la importancia de esta oscura filosofía, ZETA conversó con Heriberto Yépez y Felipe Lee Vera, catedráticos de la Escuela de Humanidades de la Universidad Autónoma de Baja California.

EL DESAFÍO PRESOCRÁTICO

La obra escrita de Matthai bajo el sello cimarrón, se resume en los cuatro volúmenes mencionados, publicados entre 1990 y 1997. Sobre “La Teoría Parmenídea del Pensar” de 1990, Heriberto Yépez comentó que “se trata de una interpretación sobre el poema de Parménides… Matthai indaga qué pensó este griego, cómo explicaba la aparición de lo real y qué hay debajo del mundo vuelto imagen, vuelto objeto, vuelto espacio y temporalidad”. El segundo libro de Matthai, “La Escuela de Mileto”, de 1994, es “una obra que se ocupa de descifrar el significado de las ideas de los llamados Siete Sabios (Bias, Cléobulo, Sólon de Atenas, el espartano Quilón, Tales de Mileto, Periandro y Pitaco) y a Anaximandro y Anaxímenes, de Mileto, y a otros pensadores como Protágoras”, ilustró el ensayista.

“Matthai era un exégeta de la antigua Grecia. ¿Qué querían decir estos pensadores por `voluntad´, `medida´, `mundo´? ¿Qué es el `Tiempo Primordial´? Esta es una de las grandes preguntas de Matthai”, agregó.

La tercera publicación, “Ensayo de una Fenomenología Metafísica”, de 1995, “es la base de su obra. Es un libro abstracto, en forma de diálogo, decía él, `para facilitarlo´, pero, obviamente, es su obra más difícil”.

Yépez afirmó que a diferencia de las anteriores publicaciones de corte interpretativo, “Ensayo…” “es su libro de teoría. Su propia exploración…en él desarrolla su teoría acerca de qué es el individuo y él dice que el individuo es el Tiempo. Desde su postura, define qué es la realidad”.

En el cuarto, “Heráclito, el Obscuro”, que fuera publicado al finalizar 1997, dos años antes de su muerte y como buen presocrático, en este volumen Matthai dio especial importancia a los conceptos “todo”, “sueño”, “tiempo”, “guerra”. Y con respecto a esta obra, el autor de la novela “A.B.U.R.T.O” dijo:

“Se trata de una de sus obras más importantes. Heráclito no puede ser estudiado actualmente sin que se estudie la forma en que Matthai lo interpretó. Es su libro más extenso... Para Matthai, Heráclito es más profundo que Parménides, lo cual es toda una postura, un desafío a la historia de la filosofía.

“En este libro, Matthai teje toda una nueva interpretación de Heráclito, discutiendo los aciertos y errores de toda la escuela hermenéutica acerca de los presocráticos y Heráclito”.

EL PROYECTO “PENSAR Y SER”

Las obras de Horst Matthai no eran tesis aisladas, sino que pertenecían a un proyecto rector definido, basado en la idea de que los filósofos griegos tradicionales (Sócrates, Platón y Aristóteles) no representaban la cumbre, sino el declive:

“Él creía que el pensamiento griego tenía un momento glorioso con grandes ideas antes de Sócrates”, externó Felipe Lee.

“Supongo que no compartió esa idea de concentrarse en Sócrates, Platón y Aristóteles, siguiendo una idea de Nietzsche, que decía que los griegos empezaron a decaer a partir de Sócrates”.

– ¿Cuál era el interés de Matthai al tratar en sus obras a filósofos presocráticos, cuando tradicionalmente se ha postulado que la cumbre de la filosofía griega fueron Sócrates, Platón y Aristóteles?, preguntó el reportero al autor de “El Matasellos”.

“Sócrates, Platón y Aristóteles son la decadencia. A Occidente le gusta elegir líderes mediocres. Por eso eligió a Sócrates, Platón y Aristóteles como sus líderes filosóficos. Se trata de una afirmación dura. Y cierta. Los griegos eran una cultura en declive. Estamos acostumbrados a considerarlos una cultura joven, infantil, una cultura-origen, pero esta apreciación es inexacta. Los griegos eran una cultura moribunda. Para la época de Sócrates, los griegos ya no sabían algunas cosas que supieron antes, habían caído en una vejez vergonzosa. No tenían ya, consigo, la aceptación de qué es lo real. Habían huido de la verdad, justo como nosotros. Por eso nos fascinan: Somos semejantes. Ellos no son la cumbre. Son su barranco. Y estos tres pensadores lo vivieron de manera espectacular. Crearon imágenes acerca de Grecia que son sublimes, apasionadas. Justamente porque son la noche de Grecia, son la despedida, ellos tres son memorables agónicos. Pero los más sabios sucedieron antes. Ellos tres son los últimos jóvenes, los primeros `viejos´”.

De hecho, la postura heterodoxa de Matthai en tanto al pensamiento presocrático se torna muy profunda. Ideas filosóficas donde el ensayista establece latitudes filosóficas del orbe: “Antes de Matthai, los presocráticos eran considerados, debido a los juicios de Aristóteles, meros precursores, físicos especulativos. Pero Matthai deja claro que los presocráticos tenían una visión del mundo más profunda que sus sucesores. Sus ideas coinciden con la sabiduría oriental y la indígena. Matthai estudió a los presocráticos porque se dio cuenta que ellos coincidían en su metafísica con el conocimiento sagrado prehispánico. Lo griego arcaico coincidía con la `piedra´ mexicana”.

Por su parte, Lee Vera acordó: “Él creía que había ciertas cosas que hicieron los presocráticos en filosofía muy importantes, y que ya después Sócrates, Platón y Aristóteles y los que le siguieron, no continuaron y agarraron otro rumbo. Cuando lo plantean de esa manera quedan en desventaja los presocráticos, pareciera que a ellos les faltó algo, que se olvidaron de algo, esos son los problemas de las interpretaciones de la historia de la filosofía”.

Pero no se trata sólo de ir en contra de la historia. Matthai también argumentaba sus “herejías” basándose en la erosión de la lengua griega:

“Matthai estudiaba mucho los cambios que hubo en el idioma griego. Él tenía una teoría de cómo se fue perdiendo en el idioma una conjugación de los verbos que él llamaba la `Diatesis media´, que la usaban los presocráticos y al usarla les permitía pensar cosas que después esas formas gramaticales ya no se podían pensar”, subrayó el catedrático.

El de Matthai se trataba, entonces, de un proyecto metafísico bien definido: Pensar y Ser.

“Un día se me ocurrió decirle que `Pensar y Ser´ era una obra mental, no era un libro, ni la suma de sus renglones… Le daba risa que su obra fuese, sobre todo, un libro intangible. No era puramente escritura. `Pensar y Ser´ era un libro cerebral, una red conceptual, un `sistema´. Cuando le dije esa palabra, `sistema´, no le gustó demasiado, pues Matthai era un crítico de la máquina.

Una parte de la tesis “Pensar y Ser” quedó inconclusa, ya que Matthai tenía en mente el quinto y sexto volumen: “Abdera” y “Hegel”.

“Matthai dejó cuatro obras publicadas. A su sistema hermenéutico sólo le faltaron estos dos volúmenes, la parte quinta y sexta. `Pensar y Ser´ se trata de cuatro libros sobre filosofía presocrática, dos libros imaginarios y un libro privado, un libro mental: el conocimiento que el lector de los cuatro libros publicados y los dos libros imaginarios produce en cada mente. Eso es `Pensar y Ser´, un libro posible, hecho de libros reales y libros imaginarios. Es una obra, que es `Pensar y es Ser. Sobre todo, pensar”, expuso Yépez.

Entonces, la filosofía postsocrática griega encumbrada por Occidente es puesta de cabeza por Matthai, tal como las teorías de otros filósofos también alemanes, como Nietzsche, Hegel, Heidegger o Dilthey.

“Pero Matthai, además, a final de cuentas, quiso redimir a Occidente, probar que Occidente alguna vez supo tanto como Oriente y las culturas indígenas. La sabiduría occidental está en los presocráticos”, teorizó.

LA INFLUENCIA DE MATTHAI

El pensador teutón influyó directamente en el alumnado de la Licenciatura en Filosofía, obviamente no sobre en qué filosofar, sino en la forma metafísica de hacerlo, e indudablemente definió el rumbo de la filosofía en Humanidades; algunos como Enrique Ochoa y Eduardo Ramírez tomaron otros rumbos, en tanto Yépez y Lee adoptaron la metafísica:

“No fue mi maestro pero influyó mucho en mí, en la manera de hacer filosofía, lo considero mi maestro”, reconoció Felipe Lee Vera.

“Si Matthai no hubiese estado en la UABC, lo más probable es que la Escuela se hubiese hecho de una línea marxista, analítica, tecnocrática, esos eran los destinos para mí que iba a tener Tijuana. Una cosa así como de izquierda marxista o iba a ser muy tecnológica, una filosofía de la técnica”, reflexionó Lee.

De acuerdo con Lee Vera, el enfoque metafísico que imprimió Matthai en la Licenciatura de Filosofía fue determinante porque “le imprimió una fuerza del estudio de la metafísica, que era muy improbable que pasara porque la metafísica ya la ven como algo del pasado, muy abstracto, muy lejano. Su influencia es que abrió la discusión de la filosofía hacia la metafísica, le dio lugar y fuerza a esa rama y formó una generación con afinidad de esa rama de la filosofía”.

– ¿Cuál ha sido la influencia de Matthai en los filósofos actuales?, se le preguntó al autor de “Cuentos para Oír y Huir al Otro Lado”.

“La influencia de Matthai apenas inicia. Creo que he sido el primero en estudiarlo más sistemáticamente, pero ya hay otros que están analizando sus tesis, cuestionándolas, difundiéndolas. Es un legado del instante final del Siglo XX. No dejó influencia directa. No hay discípulos de Matthai… Lo que Matthai dejó fueron varios libros. Muchas ideas suyas. Un método de trabajo. Un ejemplo radical. Me da lástima la gente que va a las universidades y toma clases con profesores que se la pasan hablando del pensamiento de otros, algo tan absurdo como creer que uno tiene sexo porque habla del sexo que tienen otros. Matthai hacía libros. No era un simple hablador. Matthai construía. Los conceptos que utiliza los hizo él mismo. Ese será su influjo en la filosofía: haberle agregado conceptos. Haber retado sus hegemonías”.

– ¿Cuál consideras haya sido la aportación más importante de Matthai a la filosofía?

“Quizá su reinterpretación radical de los presocráticos. O su versión personal de la teoría de los infinitos mundos. O quizá, sencillamente, haber tomado una postura que hace siglos no se tomaba en la filosofía: la vuelta a la metafísica. Todos los filósofos modernos, desde Descartes hasta el propio Heidegger, huyeron de lo metafísico, como sucede hasta la fecha. La antimetafísica es ya un dogma. Los posmodernistas no rompieron con esta premisa, al contrario, la endurecieron. Pero Matthai tiene un concepto original acerca de la metafísica. Este es uno de los términos más gastados. Uno de los más incomprendidos, probablemente el concepto más insultado. Tanto por los medios, donde `metafísica´ significa `ocultismo´ o motivación-personal-New-Age, y, por otro lado, dentro de la filosofía académica, `metafísica´ significa `pasado´, irracionalismo abstracto; precisamente aquello que hay que `superar´ en beneficio de la Razón, en beneficio de la Ciencia, en beneficio del Sentido Común Capitalista. Matthai, en cambio, se autodenominaba un metafísico.

“Desde lo que él denominaba `metafísica´, Matthai buscó probar que cada uno de nosotros es su propio tiempo, que no hay manera de penetrar al otro. Él nunca dijo la palabra `otredad´, pero lo que Matthai pudiera estar afirmando es que la otredad es inviolable. La alcoba no puede ser atravesada. Todo es espejo. Somos un gran camino hacia el punto-de-explosión. Llegaremos a nuestro propio orgasmo de disolución. Un fin y un principio simultáneos”.

Además de las cuatro obras mencionadas con anterioridad, en 2002 la editorial cimarrona publicó “Textos Filosóficos (1989-1999)”, una recopilación de artículos del anarquista alemán. Pero también hay otra no escrita: Aforismos y apotegmas que Yépez recopiló en distintos seminarios y conferencias. A propósito, Yépez subió a la red la recopilación de la oralidad de Horst: http://www.horstmatthai.blogspot.com, tan importante la obra escrita como la oral:

“Es una obra colateral. Comencé a anotar frases que decía. Y eran buenas. Síntesis de su pensamiento. Y fui juntando unas, otras. El libro que Verdehalago publicará pronto, `Los Apotegmas de Matthai´, está compuesto de las pocas anotaciones que mi vida logró reciclar de su oralidad”, destacó.

El catedrático resalta que “como casi nadie entiende realmente filosofía en las universidades, a Matthai lo dejaron en paz. No se dieron cuenta de qué era lo que estaba investigando. Él me decía que su trabajo en la UABC era ideal, porque nadie lo entendía. No lo reconocían debidamente, es cierto. Pero tampoco lo molestaban y, entonces, pudo hacer lo que quiso: infectar a otros de sus ideas y métodos de interpretación; escribir sus libros.

“Ahí (en la UABC) no se han dado cuenta de Matthai. En las prisas de una universidad, no hay forma de detenerse a pensar. En las universidades, pensar es esporádico. Lo más relevante es la burocracia. El papeleo. Las luchas de poder. No hay forma de que en esa dimensión de la realidad haya espacio-tiempo para la profundidad, el peligro”.

No es tan descabellada la frase de Yépez cuando, por último, afirma que “otros, fuera de estas tierras criminales, leerán su pensamiento”.

Hace años se agotaron las ediciones cimarronas. Es difícil (léase imposible) encontrarlas en la propia Universidad, menos en las librerías locales. Es evidente la importancia de la obra de Matthai, sus aportaciones a nivel internacional, o simplemente a la filosofía en sí. Curiosamente, “quién sabe por qué” los editores de la UABC no han reeditado la obra del filósofo fundacional del Noroeste.

Por lo pronto, Editorial Verdehalago de la Ciudad de México espera autorización para su publicación. Y si a la UABC no le interesa, hasta una editorial europea nos venderá lo que aquí se crea.

Origen: http://enriquemendozahernandez.blogspot.com/2006/10/reeditan-obra-de-horst-matthai_23.html