26 marzo 2007

Humanidades: Perspectivas y reflexiones

por Enrique Mendoza Hernández (23 de octubre de 2006).

Fundadores, ex directivos y pensadores discurren en torno a la fundación, desarrollo y evolución de la Escuela de Humanidades de la UABC en su XX Aniversario. Algunos argumentan lentitud y falta de liderazgo. Yépez: Es el momento justo de una transición.

¿Es concebible la realización plena del hombre sin Humanidades? La respuesta es obvia, sin embargo, la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) vivió sin el estudio del espíritu y pensamiento del hombre durante sus primeros 29 años de vida, de 1957 a 1986. No obstante, la tenacidad del Profesor Rubén Vizcaíno Valencia cubrió ese vacío con talleres de Teatro, Fotografía y Poesía, principalmente.

A la par de alimentar al estudiantado cimarrón sin una Escuela formal, Vizcaíno luchó desde 1957 por la instauración de una Escuela de Filosofía y Letras. Después de distintos proyectos fallidos, en 1986 la obra tomó forma con la unidad académica de nombre Escuela de Humanidades.

Hoy, a 20 años de distancia, fundadores, ex funcionarios y pensadores diversos platican con ZETA con el objetivo de reflexionar acerca del papel que ha jugado la Escuela de Humanidades en este polo fronterizo. La preocupación común es académica.
Algunos fundadores como Víctor Soto Ferrel y René Gutiérrez, recurren a la memoria para rescatar parte del proceso de construcción del proyecto. Mientras tanto, Jorge Martínez Zepeda se enfoca en la evolución de Humanidades, resaltando la lentitud y falta de liderazgo en la Escuela.

Otro fundador, Rubén Gaillard, recuerda la forma en que la UABC se quiso deshacer de Vizcaíno. En tanto el ex Director Rogelio Arenas hace una cruda crítica hacia la Escuela, subrayando los males de la misma como producto del modelo vertical con que funciona la UABC.

Todos los entrevistados coinciden en la urgencia de los posgrados y avanzar hacia la Facultad. El filósofo Heriberto Yépez considera oportuna una transición.

El sueño de Vizcaíno

En la fundación de la Universidad Autónoma de Baja California en 1957, las autoridades gubernamentales increíblemente no contemplaron Filosofía y Letras como sí ha ocurrido en casi todas las universidades públicas del país. Como parte del colectivo fundador, Rubén Vizcaíno no encontró eco en su postura.

El que la UABC se fundara sin Filosofía y Letras, no fue impedimento para que Vizcaíno trabajara en pro del pensamiento cimarrón. A la par de insistir constantemente durante los años 60 y 70, el Profesor emprendía iniciativas para calmar la sed: El Taller de Poesía, Fotografía y Teatro llenaba la ausencia de una Escuela de Filosofía y Letras.

“Para él era una obsesión que transmitió a generaciones enteras… era una obsesión que de alguna manera suplía con talleres y actividades culturales”, recordó Víctor Soto.

La lucha fue constante. La insistencia del Profesor Rubén Vizcaíno quedó de manifiesto en una entrevista realizada por el Maestro Víctor Soto Ferrel en 1987.
“En 1977 por enésima vez, estuve en todas las ocasiones en que podía hacer oír mi voz, que hacía falta la creación de la Escuela de Filosofía y Letras, que figuraba entre aquellas que por ley deberían haberse creado en nuestra casa de estudios. Desde los tiempos del Rector, Ingeniero Luis López Moctezuma, contábamos con un proyecto que, a petición nuestra, había hecho el filósofo Miguel Bueno, amigo y compañero mío, sobre la creación de la Escuela de Filosofía y Letras. Sin embargo, ese proyecto no fue tomado en cuenta”, dijo a Soto Ferrel el Profesor Vizcaíno (David Piñera, “Historia de la Universidad Autónoma de Baja California”, 1997).

El proyecto formal lo realizó el Licenciado Jaime Alfonso Mendoza: “En 1977, en la Ciudad de México nos enteramos, a raíz de que René Gutiérrez trabajaba en la SEP, de la posibilidad de creación de este tipo de escuelas (de Humanidades) a nivel nacional. Ahí nos pusimos en contacto con el maestro Vizcaíno y se hizo el primer modelo de lo que sería el primer proyecto de lo que sería Literatura, Filosofía, Historia y Letras Inglesas, del Licenciado Jaime Alfonso Mendoza”, sostuvo Soto Ferrel.

Para ese entonces, quienes habían emigrado hacia otras universidades del país ya tenían una carrera humanística terminada desde aproximadamente 1976, entre ellos René Gutiérrez y Víctor Soto. Este último afirmó: “Todos nos ofrecimos a trasladarnos para Tijuana si se hacía y dejar lo que hubiera allá (en México, por ejemplo) para echar a andar el proyecto”.

Por fin fue aprobado por la SEP; sin embargo se topó con el rechazo de las autoridades universitarias. “El Rector Rubén Castro Bojórquez lo detuvo en 1979”, subrayó el Maestro Alfonso René Gutiérrez.

De esta forma, el proyecto tuvo que esperar por lo menos 4 años para discutir sobre su posible apertura. Así, a principios de 1983 con el Programa Cultural de los Fronteras, estando al frente de la SEP el Licenciado Jesús Reyes Heroles, Vizcaíno insistió:

“Entonces nos pidió a todos que hiciéramos cartas para entregárselas al señor secretario cuando vino a inaugurar el Programa Cultural de las Californias al CECUT, y fuimos todos y se las entregamos como si fuera Santa Claus nuestra cartita”, expuso Soto.

“Fue como echar una botella al mar a ver qué pasaba - complementó René Gutiérrez-, y resultó que meses después que nos llaman de la SEP, diciendo que esta solicitud había encontrado eco y que estaban dispuestos a apoyarlo, entonces se empezó a reestructurar el proyecto del 79”.

Aprobado en 1983, durante 1984 y 1985 vino la revisión del proyecto y la formación de los programas curriculares de las cuatro carreras; de esta manera, a decir del Maestro Alfonso René Gutiérrez, quienes participaron en los diseños de las carreras fueron: Licenciatura en Lengua y Literatura Hispanoamericana, el Maestro Alfonso René Gutiérrez, Maestro Víctor Soto Ferrel y la Doctora Lourdes Gavaldón; Licenciatura en Filosofía, el Maestro Horst Matthai y el Mtro. Luis Zorcín; Licenciatura en Historia, el Mtro. Rubén Gaillard, Dr. Jorge Martínez Zepeda y el Dr. David Piñera; mientras que en la Licenciatura en Lengua y Literatura Inglesas, la Maestra Ana Bertha Monge.

“El motor de este movimiento fue Rubén Vizcaíno”, subrayó Víctor Soto.
Con las reestructuraciones pertinentes, la Escuela de Humanidades fue fundada oficialmente el 26 de febrero de 1986, aunque el primer semestre de clases inició en agosto.

No obstante, Vizcaíno “estorbaba” desde mucho antes a las autoridades universitarias.

A Vizcaíno le pagaron con desprecio

A propósito de la forma en que las autoridades universitarias se quisieron deshacer de Rubén Vizcaíno cuando aún participaba en los distintos talleres antes de que se inaugurara Humanidades, siendo Rector el Licenciado Alfredo Buenrostro y mientras fungía como Directora de la Escuela de Humanidades la Licenciada María Dolores Sánchez Soler, el Maestro Rubén Gaillard evocó:

“Te voy a platicar una anécdota: Yo oí el momento en que (a Rubén Vizcaíno) le dijeron que ya se saliera, que le iban a dar su finiquito, que lo iban a jubilar.

“Y luego dijo: ‘Este hijo de la chingada -así dijo delante de todos... en Vicerrectoría-, me salió con sus bravuconadas de cantina’. Puso una raya (y dijo): ‘De aquí para atrás todos chinguen a su madre’. ‘Has de ser un bravucón de tu tierra sinaloense´, me dijo. ¿Yo por qué, cabrón? (preguntó Gaillard a Vizcaíno). `Pues hágase para este lado, pendejo´”, recordó Gaillard la respuesta del Profesor.

“Fue cuando Vizcaíno empezó a escribir las memorias. Le pagaron con el desprecio. A Zorcín todavía le hicieron creer que él iba a ser director y ya tenía su cuadro hecho. Y resulta: ‘¿Por qué se burlan de mí?´ (se preguntaba Zorcín) Pues porque la Universidad se burla de todos. Entonces el Secretario Académico y luego Secretario General era el actual Rector (Alejandro Mungaray Lagarda).

“Al Senador Gustavo Almaraz, el Rector Alfredo Buenrostro, muy amigo de él, le dio la (primera) dirección del nuevo plantel, sin ningún mérito; llegó muy jefe: ‘Usted me trae esto, Usted me trae lo otro’. La dirección la merecía el Doctor Zorcín, un hombre chinguetas, ya maduro en este tipo de escuelas. Yo no la agarraría”.

Contaminada de la política, al iniciar la Escuela de Humanidades, pronto perdió a personalidades clave como el propio Luis Zorcín, Rubén Gaillard y Jorge Martínez Zepeda.

La Escuela tenía para los primeros años de vida una serie de retos y dificultades, responsabilidades y compromisos.

Inician los retos de Humanidades

La Escuela de Humanidades inició actividades en 1986, en el Edificio de la Preparatoria Tijuana, ubicado entre las esquinas de Lerdo y Garibaldi de la colonia Juárez. De acuerdo con los registros del Departamento de Servicios Escolares de ese año, los alumnos de la primera generación del semestre 1986-2, sumaban 113, distribuidos de la siguiente manera: Licenciatura en Filosofía, 30; Licenciatura en Historia, 29; Licenciatura en Lengua y Literatura de Hispanoamérica, 31; Licenciatura en Lengua y Literatura Inglesas, 23.

Cuando en 1987 la Profesora Glery Cruz Coutiño se incorporó como Subdirectora Académica, la Licenciatura en Lengua y Literatura Inglesas estaba en dificultades por distintos motivos que no superaría y que fueron determinantes para su clausura:

“Era una carrera que bajó la matrícula porque los alumnos creían que eran clases de inglés; pero por otro lado, el profesorado era muy difícil de localizar… Y un tercer punto, era el plan de estudios con materias sumamente especializadas, lo cual provocaba dificultad en conseguir maestros. El cuarto motivo fue la ubicación geográfica, en la colonia Juárez, donde no había transporte, tan difícil el acceso como el descenso”.

El Maestro Alfonso René Gutiérrez expone que Lengua y Literatura Inglesas “no fue precisamente un fracaso”, más bien una cuestión circunstancial, por no poder echar mano de maestros profesionalmente capacitados para dar las clases. “Fracaso hubiera sido que se hubiera tenido todo eso y que no se hubiera sacado adelante, no se pudo cubrir la demanda docente de la carrera”.

En cambio, el éxito rotundo fue la creación de la Licenciatura en Comunicación, misma que empezó a impartirse en 1991 cuando era Directora la Maestra Glery Cruz.
Asimismo, después de las primeras generaciones y revisiones curriculares de 1990 y 1997, se podían hacer ya los cambios pertinentes.

Lentitud y falta de liderazgo

A decir del Maestro Jorge Martínez Zepeda, “ha sido muy lento el crecimiento. Imagínate que a los 10 años de estar funcionando se hubiera tenido una Maestría en Historia, ya se tendría una generación de doctores ahorita”.

– ¿Por qué considera que en 20 años no se han creado posgrados?

“Falta de liderazgo. No se puede explicar que en La Paz, donde hice mi Maestría en Historia Regional, tengan un Doctorado en Historia. Ellos tendrán entre 15 y 10 años, menos que nosotros, sin embargo, tienen la Licenciatura en Historia, Maestría en Historia Regional y tienen Doctorado”.

El Maestro Alfonso René Gutiérrez recordó que el plan original del Licenciado Jaime Alfonso Mendoza “incluía un Instituto de Investigaciones Humanísticas”, pero cuando se reestructuró en 1984 y 1985 “se quitó el Instituto y se dejó para el futuro”.
La idea fue retomada por algunos personajes como Horst Matthai, pero no rindió frutos. Incluso, cuando fue Director el Maestro Rogelio Arenas entre 1995 y 1999, el académico formuló varias propuestas:

“Yo insistí mucho sobre la posibilidad de ofertar un posgrado propio de la Escuela de Humanidades. Pero ni en un momento de inicio en que se planteó la posibilidad de un posgrado interdisciplinario que congregara a las distintas licenciaturas, ni al final se pudo tener respuesta de los funcionarios de alto nivel, Rectoría o directores generales.

“Siento que en mucho la apertura de posgrados, más que responder a legítimas necesidades y a intereses y propuestas de las propias unidades académicas, a veces vienen muy verticalmente desde arriba y es como penetran; no van de abajo hacia arriba, sino de arriba hacia abajo”.

Aun cuando la idea de un instituto de investigaciones ha estado presente desde el proyecto original aprobado en 1979 y en sus posteriores propuestas, el director actual, Gustavo Mendoza, las desconoció:

“No sé si existió en algún momento esta idea de un Instituto de Investigaciones en Ciencias Humanas o en Humanidades”, porque “ese instituto, como tal, no le corresponde a la Escuela de Humanidades, la función fundamental de la Escuela es la docencia”.

Sin embargo, reconoció que “es importante pensar en un posgrado multidisciplinario en el área de Ciencias Sociales y Humanidades”.

Lo cierto es que los entrevistados adjetivaron como “urgente” avanzar hacia la Facultad:

“Avanzar hacia posgrado es uno de los planes más urgentes”, postuló Alfonso René Gutiérrez.

El problema es que la base humana no está en su mejor momento, es decir, la planta docente destaca porque la mayoría de los maestros son de asignatura y también sólo unos cuantos tienen posgrado.

Asuntos pendientes

Uno de los pendientes más importantes y urgentes, es aumentar la planta de profesores de tiempo completo, con posgrado, así como aumentar el acervo bibliográfico.

Actualmente, en este semestre 2006-2, la población total de Humanidades asciende a 793 alumnos. Éstos deben ser asesorados por 25 profesores de tiempo completo. Es decir, 31 alumnos por cada maestro de tiempo completo.

“Si seguimos la regla de que por cada 20 alumnos hay un tiempo completo, entonces deben abrir más tiempos completos”, comentó el filósofo Felipe Lee en diciembre de 2005, cuando arreciaron los problemas en la Licenciatura en Filosofía. Por cierto, más ilustrativo resulta en la actualidad, ya que la matrícula actual de la Licenciatura en Filosofía es de 85 alumnos y sólo hay dos profesores de tiempo completo, según datos proporcionados por la dirección.

En general, para atender la matrícula total se cuenta con 25 profesores de tiempo completo y 51 de asignatura. “Los medios tiempos, maestros de asignatura, no tienen tiempo de leer, de investigar; algunos profesores de historia probablemente ni siquiera conozcan el instituto; aquí existe un acervo bibliográfico y documental único, no hay otro acervo mejor en toda la Península que el del Instituto de Investigaciones Históricas, lo digo por 30 años de experiencia”, advirtió el Maestro Jorge Martínez Zepeda.

El problema es más grave cuando el maestro de asignatura se planta como modelo a seguir por parte del alumnado. Así lo plantea Heriberto Yépez cuando afirma que “la Escuela de Humanidades se encuentra estancada en la transformación de sus catedráticos en autores, ya sea a través de la investigación académica o en las ramas de creación teórica o literaria. He notado que la ausencia de claridad en el perfil de los catedráticos se convierte en el modelo incierto que siguen los estudiantes”.

– Además de la plantilla laboral, ¿cuáles serán otros de los puntos más necesarios para abordar?, se le preguntó al filósofo.

“El problema básico al que yo me enfrento con mis estudiantes es la falta de bibliografía. En la biblioteca universitaria y en las librerías locales. Es un círculo vicioso. En las universidades no estamos formando lectores reales -el grado Xerox de las licenciaturas-, y por otra parte, existe muy precariamente una oferta de variedad de títulos humanísticos en el norte del país.

“Una biblioteca realmente nutrida es urgente y más investigadores y autores de diferentes perfiles. Incluso si tenemos posgrados, a falta de creación conceptual propia, podríamos convertirnos en puros consumidores de obras, investigaciones e ideas de otros. (Y, por cierto, consumidores Xerox). Lo relevante para una región es estimular la formación de sus propios creadores, de creadores originales”.

75 pesos quincenales para material didáctico

Ciertamente, ser maestro en una Universidad no es el mejor negocio. No es un problema privativo de Humanidades o de la UABC, es a nivel nacional.

“La UABC es una de las instituciones más pichicateras en términos de estimular a su personal académico, se estimula a los medios, de mando medio y superior, pero no se estimula el trabajo de los profesores”, pronunció Rogelio Arenas.

“El salario es muy escuálido, es una de las instituciones que más mal paga en el ámbito de universidades en el Estado. La UABC sacrifica mucho a sus docentes en términos salariales”, agregó el ex director.

Por su parte, Yépez también lamentó los raquíticos sueldos de los profesores:
“Es triste ver que la sociedad mexicana, especialmente la norteña, tiene un profundo desprecio por el trabajo de los profesores universitarios, que ganamos una miseria. Todos nosotros trabajamos porque creemos en lo que hacemos. Y el sueldo que se le paga al maestro universitario, es una ofensa gravísima. Qué feo e incómodo hablar de esto, pero esta es la verdad. Estamos vergonzosamente mal pagados”.

Cabe recordar que un profesor de asignatura gana 90 pesos por hora. Lo curioso es que cada 15 días obtiene un bono de 75 pesos para comprar material didáctico para todas las clases que impartirá durante toda la quincena.

“¿Qué tanto recurso didáctico tiene un maestro de asignatura? No los cuestiono, pero de pronto lo económico tiene mucho qué ver en cómo vayas a enseñar”, coincidió el Maestro Jorge Martínez.

La postura de la Doctora Lourdes Gavaldón, es que la situación económica del profesor no es tan mala:

“La UABC paga mucho mejor, no tan sólo por la hora pizarrón, sino que las universidades privadas en general son por asignatura, no existen los conceptos de tiempos completos y de definitividad. En la UABC hay retiro, jubilación, fondo de pensiones, aguinaldos”.

Lo que sí es cierto, es que en los salones de clase da pena ajena ver a un maestro con un marcador que lo exprime hasta la última decolorada palabra en el pizarrón. Es común esta escena, mientras las miradas de los alumnos se entrecruzan, desconcertadas.

Protagonismo y expectativas

De la Escuela de Humanidades han egresado mil 318 profesionistas. Es grato saber que una gran parte se ha incorporado al mercado. Actualmente ocupan importantes puestos tanto en el sector público como privado; son los egresados cimarrones los que sobresalen en los distintos medios de comunicación, en el sector docente también, aunque es importante reconocer que muchos no han logrado ubicarse.

“El éxito que socialmente ha tenido la Escuela en términos de sus egresados va más allá de las propias expectativas que la propia institución ha podido ofrecer”, acotó Rogelio Arenas.

“Pero debemos estar orgullosos de nuestra Escuela. Ya ha hecho aportaciones relevantes. Como la teoría de Horst Matthai, cuyos libros, precisamente, este año comenzarán a ser reeditados a nivel nacional. Hugo Salcedo, (Humberto) Félix Berumen, Víctor Soto y otros son investigadores y autores que han aportado horizontes importantes en sus disciplinas, además de formar a las nuevas generaciones”, observó Heriberto Yépez.

– De acuerdo con las características, condiciones y argumentos actuales de la Escuela de Humanidades, ¿cómo visualizas la evolución de la Escuela de Humanidades a largo plazo?, se le cuestionó al ensayista.

“Una escuela o facultad raramente forma a los creadores de una región. Su función es otra: formar investigadores, críticos, lectores especializados, además de profesionistas en tales disciplinas. A largo plazo, Humanidades se enfocará en la excelencia académica. Si existiera una visión más amplia, podríamos convertirnos auténticamente en una escuela fronteriza, especializada en el pensamiento contemporáneo, aprovechando nuestras circunstancias geográfica, que podríamos convertir en un instrumento crítico de las formas de pensar en México y Estados Unidos, de las cuales el pensamiento regional es hijo indirecto”.

Por último, a decir del Director Gustavo Mendoza, Humanidades “se encuentra en un estado de consolidación”. Por otro lado, Yépez considera que la Escuela “se encuentra en el momento justo para hacer una transición”.

Entonces, que estos 20 años sirvan para reflexionar y valorar lo difícil que resultó a lo largo de 30 años fundar la Escuela de Humanidades, de la mano, obviamente, del Profesor Rubén Vizcaíno Valencia. Que sirvan también para cuestionarnos que si por el solo hecho de contar con infraestructura (que no se le envidia a ninguna universidad), la Escuela puede considerarse una de las mejores del país. Que sirvan, además, para atender los asuntos relativos a la funcionalidad académica por encima de la infraestructura. Y que en este XX Aniversario se puedan reconocer los logros y combatir las debilidades, atender los pendientes más urgentes y crear una visión de largo plazo.

Origen: http://enriquemendozahernandez.blogspot.com/2006/10/humanidades-perspectivas-y-reflexiones.html